Columna De opinión Cristián Reyes, abogado senior Estudio Bravo

“…Desde sus orígenes, la figura del Fiscal Nacional Económico ha estado revestida de tres características fundamentales, unas más exacerbadas que otras, según la época histórica que se considere. Estos tres aspectos son: conocimiento jurídico, conocimiento político y conocimiento técnico…”

Desde sus orígenes, la figura del Fiscal Nacional Económico ha estado revestida de tres características fundamentales, unas más exacerbadas que otras, según la época histórica que se considere. Estos tres aspectos son: conocimiento jurídico, conocimiento político y conocimiento técnico, relacionado este último con la libre competencia propiamente tal, tanto en sus aspectos legales como económicos.

En una primera época, el conocimiento jurídico fue lo relevante, de modo tal que la figura del Fiscal Nacional Económico estaba más bien asociada a profesionales de reconocido prestigio en el mundo legal. Ya a mediados de los años 90, cuando la economía del país se hizo más abierta y diversas empresas públicas pasaron a manos privadas, fue necesaria la presencia de un Fiscal con un importante conocimiento político, que le permitiera evaluar, tanto las consecuencias sociales de sus actuaciones, como afrontar la reacción de los empresarios que, por vez primera, pudieran verse afectados por las decisiones de las extintas Comisiones Resolutiva y Preventivas. Ya no es un secreto, por ejemplo, la serie de presiones que sufrió el Fiscal Francisco Fernández, las que motivaron su renuncia en el año 2001, como da cuenta el libro “Historia de la libre competencia en Chile 1959-2010”, de Patricio Bernedo (pág. 155 y ss.).

Desde comienzos de este siglo es posible apreciar una evolución desde lo político —que nunca ha estado ni estará fuera de la ecuación— a un aspecto cada vez más técnico. En tal sentido, el fiscal Pedro Mattar representó una transición entre ambas características, en el sentido que, por ejemplo, desde su entrada, el ingreso de los profesionales de la FNE procuró ser más transparente y participativo, mediante concursos públicos.

Con el nombramiento del fiscal Enrique Vergara, la profesionalización fue más notoria y la libre competencia se hizo más reconocible para la ciudadanía, especialmente producto del Caso Farmacias, el que, junto con otros, exigió mayores esfuerzos jurídicos y económicos para lograr acreditar conductas anticompetitivas cada vez más sofisticadas. Tan profundo fue el impacto de dicha gestión, que en 2009 se obtuvo una expedita modificación del DL 211 sobre libre competencia, incorporando la delación compensada, las facultades intrusivas de la FNE y un aumento de las multas, entre otros importantes cambios.

Al llegar Felipe Irarrázabal en 2010, la tendencia eminentemente técnica se acrecentó de manera considerable, tanto en la forma de reclutar profesionales, como en las actividades de capacitación que se realizan incluso en el extranjero. También en la contratación de expertos externos que permitieron elevar los estándares de respuesta de la FNE conforme a las mejores prácticas internacionales.

Mención especial merece la más reciente reforma al DL 211, promulgada a mediados de 2016, una de las más relevantes de los últimos años y que, entre otras medidas, puso mayor énfasis en la detección y castigo de los carteles y en la regulación de las operaciones de concentración.

Pareciera que la tendencia actual, entonces, es procurar la elección de un Fiscal Nacional Económico con un conocimiento fundamentalmente técnico, sobre todo frente a los desafíos que impone la maduración de los cambios a la legislación en libre competencia, en un contexto de importantes avances tecnológicos, la globalización y el surgimiento de emprendimientos que desafían a los incumbentes en cada mercado. Y, ciertamente, concordamos con ello. Pero no debemos olvidar la necesidad actual de que el futuro Fiscal Nacional Económico cuente, además, con un conocimiento jurídico sólido y, por supuesto, con cierto manejo político que le permita no solo plantar cara frente a las presiones que pudieran generar sus decisiones, sino también motivar de forma permanente al equipo que trabaja al interior de la FNE.

Fuente: El Mercurio Legal

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